por: Ulises Paniagua
(CUENTO)
Juguete
chino
Mira la caja. En el interior esconde
otra más pequeña. Dentro de ésta última, una aún más reducida; y así se
presenta ante nosotros una sucesión interminable. De pronto se cierne el
hermetismo. La última caja –apenas un átomo- marca un alto. Se defiende.
Advierte que no hay camino más allá.
Algo sucede. Muta.
Surgen de ella historias diversas, poderosos eventos que se magnifican, se
repliegan, se retratan; palabras que se revelan ante el asombro del lector. Entonces,
sobre esa indivisible medida, sobre el pequeño caudal de ficciones (no por
pequeñas menos prodigiosas), se cierra
una caja más grande; y sobre ésta, otra, y otra más.
En el reverso de
la moneda, en el sentido opuesto a las manecillas que precisan la contemplación
del tiempo, una multiplicidad de historias va conteniéndose a sí mismas hasta que, al llegar al punto de
partida, la última caja (quiero decir la
primera) se abre, se alarga, se convierte en una masa elástica y, en un impulso
incontenible, se propaga al infinito.
2006
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