viernes, 12 de febrero de 2016

Sobre la presentación del libro: Bitácora del eterno navegante, de Ulises Paniagua por: Juana María Naranjo

Sobre la presentación del libro:
Bitácora del eterno navegante, de Ulises Paniagua

por: Juana María Naranjo




Con las velas a toda asta y el viento a favor: ¡zarpamos, Almirante: Ulises!
La tripulación lista  a bordo de  la gran  fragata. Zarpamos desde el Puerto de Zarpa.  Donde también  las  gaviotas izaron a  gran altura, sus alas para que nosotros, la tripulación nos empeñáramos y soltáramos a todo viento, la
felicidad; pues dicen que la felicidad alcanza cielo, porque lleva también
grandes velas como alas.
Juntos leemos y escribimos nuestra Bitácora  de viaje, Almirante Ulises hoy le informo que zarpamos  en Mar Abierto y  las condiciones  del viento  son regulares. El astrolabio , la brújula y todos los implementos dispuestos. Pero la marea, con los efectos de la luna llena, subirá a la media noche.
Con el cielo entero tan azul, para nosotros; y agua y agua a nuestro paso, vamos navegando. Esta vez, los delfines nos custodian – anotamos- aquí, en éste mar que hoy nos guía nuestra gran proeza y nos envuelve.  Era el Año de Nuestro Señor.
Jano el ebanista siempre tan dispuesto, es un gran vigía. A sotavento, supimos de su hallazgo. Encontró un mensaje flotando en una botella y hablaba de las cavilaciones de un hombre. Y con todo el asombro de la tripulación, puesto a babor, la nao se ladeaba, todos querían leer el mensaje y enterarse. Hasta que el almirante puso orden, de una vez por todas y exclamó: ¡todos a sus puestos!-, y la nave en un movimiento brusco, con el viento en contra casi se vuelca. Con esfuerzo, los encargados de las velas lograron estabilizar la nao. Seguimos anotando: Casi nos vamos a pique por una distracción. Y todo volvió a la normalidad una vez más. ¡Era el tiempo de la marea, del agua de las  cavilaciones!  Nos mantuvimos algunas horas a gran fragor, con el timón en las manos a barlovento.
Arribamos al lugar “donde no hay ni silencio, y no pasa nada y no se va a ningún lado”. Pero nos mantuvimos a flote. Luego, nos topábamos unos con otros y subíamos dos escalones y descendíamos tres, y volvíamos a subir y no llegábamos nunca. Luego desesperados externamos: ¡es de reconocerse,  Almirante Ulises. ¿acaso estamos sobre el Décimo Infierno?!
Y díganos. Almirante Ulises, ¿es verdad que existe según cuenta la leyenda después de este infierno, el bosque lánguido donde se dan la tristeza y la desolación más profundas?
Y escribimos: “era un Año Confuso, justo en Pleamar por el 20 de junio, y ni la brújula ni el astrolabio pudieron orientarnos”. De lo que sí estábamos seguros es de que llegamos a una zona donde meridiano y paralelo se funden y forman una cruz.
Y gracias a unos barberos turcos que eran famosos por sus chismes, la noticia se esparció como nunca. Y así se creó una revuelta entre los andaluces y bávaros, entre otros.
Y llegamos a Villa Morgana por la noche, -seguimos anotando- allí donde las pesadillas surgen como una gimnasia espiritual. Y donde los ascetas consiguen mantener su postura vertical.
Arribamos a la Península Occidental, en la primera luna de Julio. Donde miramos a los dragones en sus arrebatos de ira. Esos seres alados que jugueteaban entre las laderas.
Las laderas de colores rebosaban sus fuegos y sus amenazas en sus vuelcos tan acostumbrados; todo, bajo los influjos de la luz de la luna. Después transcurrieron semanas o meses y llegamos al archipiélago catorce, donde fuimos atacados por las ninfas. Y la nao, encallada en los pantanos.
Pero definitivamente, los mayores estragos los produjo la soledad de loshombres de la tripulación ante tanta tentación a sus ojos. ¡Tanta voluptuosidad y ellos tan solos! Esa era la noche de las ninfas para los marineros –anotamos en nuestra bitácora-, estábamos en la latitud seis y la longitud nueve.  Y llegamos al Puerto de Pangea, cerca del Meridiano de Greenwich.
Llegó a nuestras manos el mapa del tesoro de Marco Polo y nos empeñamos en buscar cualquier destello, cualquier fulgor en la oscuridad cuando de pronto ahí estábamos en las catacumbas jamás imaginadas. y así todos, cerrando los ojos para empezar a soñar…
¿Quieren saber qué más pasó en esta hazaña de nuestra nao? Pues lean el libro…



11 de febrero, CEMUART, Tlalnepantla.



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