Ábrara,
o el milagro cuántico en la poesía de Roberto López Moreno
por:
Ulises Paniagua
"No hay más
realidad que la realidad", dicta en el siglo XIII el poeta sufí Ibn Rushd,
mejor conocido como Averroes, el gran pensador de Córdoba, quien en su obra
refleja la geometría en su simpleza. Todas las cosas formadas por las fuerzas
del Universo tienen una forma y un contenido divinos, asegura en la más
profunda perplejidad. Una afirmación debatible, por supuesto.
Las matemáticas, la física, la búsqueda de la proporción
divina y el secreto de la armonía han sido siempre temas recurrentes en la
literatura y la poesía. Acaso el hombre se acepta parte de un todo: una onda en
un mar de ondas que determinan, en su cinética, los efectos del Universo; onda
que al mismo tiempo se ve afectada por cualquier movimiento del propio océano,
en correspondencia. El ser humano siempre ha buscado: la sección áurea, por
ejemplo, plantea resolver el misterio de la belleza, descifrar una fórmula que
respira entre las posibilidades orgánicas y los objetos. Es un reconocimiento del
mundo helénico a un orden al cual pertenecemos, más allá de cualquier
miramiento religioso o místico.
Siglos después, el poeta español Rafael Alberti, en A la divina proporción, aborda precisamente
este asunto. Se trata de un texto que aparece en Poemas del destierro, y de los cuáles citamos los siguientes versos: A ti, cárcel feliz de la retina, / áurea
sección, celeste cuadratura, / misteriosa fontana de mesura / que el
universo armónico origina…A ti, mar de
los sueños angulares, flor de las cinco formas regulares, dodecaedro azul, arco
sonoro…Tu canto es una esfera transparente / A ti, divina proporción de oro.
La búsqueda de la perfección, sombra de un dios esquivo, es
evidente en la Historia. Walth Withman, en su poema Canto al cuadrado divino, intentó adentrarse en ello. En su poema,
Whitman compara a la figura con un dios. El cuadrado se considera perfecto por
el equilibrio de sus lados. Y aprovecha, de paso, para romper con la figuración
católica de una divina trinidad: Canto al
cuadrado divino, avanzo desde el Único, / desde los lados, desde lo viejo y lo
nuevo, / desde el cuadrado enteramente divino, / sólido, de cuatro lados (todos
los lados necesarios), / desde este lado soy Jehová, / soy el viejo Brahma y
soy Saturno.
El amor es también
motivo de comparación en el determinismo de los cuerpos. En su poema La
ley de gravedad, Peri Rossi escribe: Te
amo con la inmutabilidad de las leyes físicas. / La tierra atrae a los cuerpos
/ como tú me atraes hacia tu centro. / Igual que las piedras / caigo sobre ti
desde mi altura.
¿Hay entonces, en los versos de un autor la preocupación por
ascender a aquello que no puede conocerse, aquello que apenas puede nombrar? Es
un propósito sempiterno. ¿Se trata de la búsqueda de la divinidad o de un
arrebato científico? ¿Metáfora, metafísica o mecánica cuántica? Hemos citado
apenas tres ejemplos, pero es largo y variado este empoderamiento de los modelos
matemático-físicos expresados a través de imágenes y ritmo: versos dedicados al
número cero, al álgebra, a las figuras, a los volúmenes, a las leyes de la
gravedad. La respuesta es probablemente una, la desesperación del ser por alcanzar el misterio de su
origen y del origen de las cosas, y la sabia resignación al no conseguirlo. En
ello el poeta lleva ventaja sobre el científico. Einstein dijo que lo más
incomprensible acerca del Universo es que es comprensible. En oposición, el ars poética parece confirmar lo
contrario: lo más comprensible en el Universo es que es incomprensible.
Congruentes con ello, las Leyes de la entropía cuántica. Stephen Hawking
reconoce que los modelos que se plantean en la ciencia contemporánea parecen
más apuestas que certezas. Acepta que sus
modelos sobre la teoría del Bin Bang, del Origen del Universo y la expansión o
contracción del mismo, son imprecisos. No hay forma de saber, o de comprobar lo
que se sabe. Tan diminutos somos. Por ello seguimos recurriendo a metáforas.
Roberto
López Moreno, nacido en Huixtla, Chiapas, el once de agosto de 1942, ha
decidido adentrarse en esta apuesta poética, incorporarse a la lista de alta
poesía que indaga en los orígenes de la creación y del movimiento. Autor de la
teoría poética denominada poemuralismo,
posee más de una treintena de títulos publicados, donde manifiesta una continua
preocupación por planteamientos de orden matemático. López Moreno (Premio
Chiapas 2001), convierte esa obsesión en el más lúcido de los deleites en dos
de sus poemarios: Ábrara, y E=mc2.
En Ábrara, poema que obsequia título al
libro, los versos hablan por sí: Lo que
abre de su esencia misma, / concepto del principio, / juego de liliales aes, / primer
latido acunado en el hondo de la entraña, / golpe primo del albor a llama
verde, / lo que inicia el inicio, / pugnaz salto, cantidad entre las sombras, /
el hechizo hacia afuera / de la caverna griega, / inio espasmo de la savia
abriendo, / iniciática luz en segundo segundo hacia materia, / el ya del alba,
/ el ahora del uno uno trino, / llave / cipactli al pie del movimiento, brote
alfaguara a donde vendrá a lermar el día, / iskra del big bang, célula del
átomo / (el ábrara de lo que será (ya siendo) materia y hálito), / sustancia de
la sustancia, la que inaugura, / el sol, la sol, / la voz primera. Un poema con referencias a Platón,
prehispánicas, originarias, e incluso atómicas. Una mirada que asoma para
presentir la sustancia que inaugura.
Aquí cabría preguntarse: ¿qué es Ábrara? ¿Qué significa? Se trata de uno de
tantos y atinados neologismos que aparecen en la obra de este autor. La
respuesta flota entre lo eterno. Nadie más indicado para dilucidarlo que la voz
poética referida: Ábrara es la
soledad en llamas / en el momento de la concepción. / El apenas instante
anterior / del instante anterior / a la mónada / corriendo el guión de su
energía proteica / hasta el salto / cualitativo hacia / lo que va a ser creado
/ y de nueva cuenta, / el apenas instante anterior / del instante anterior / a
que se abra flor la cantidad hechizada. / Oh, la magia en su principio…/ Oh, el
enigma inasible, / antechispa del portento y ya el portento.
¿Ha quedado claro? Si no quedó claro es
porque no existe nada firme ni estable en el Universo y sus principios. Apenas restan
las adivinaciones, los destellos. Hay en este poemario múltiples referencias
desde sagradas hasta populares. Pero hay también lugar para los chispazos, los sonidos,
las quijotescas hazañas que se desvanecen entre el polvo y la masa burbujeante
del tiempo: un abstracto caballero se
endebla / sobre su hética montura, matalón / de fatigas, / él, de insomnios.
Encontramos, a la par, la preocupación por el inicio de todo, incluso de los
recursos literarios: ¿Cómo se llamaba
aquel que por primera vez / utilizó el oxímoron / como máximo acto de la
creación? / ¿Qué queda de él sobre el polvo? / Espera tiempo a que el
oximoronista reinvente tu rostro / en el juego de los extremos que se unen, / volverás
a tener gesto, mueca, mohín, / volverás a ser ábrara de las maravillas, / punto
inicial del punto inicial, adanábrara, / el principio de todo lo que es ni
sigue siendo / en la mayúscula capacidad del sueño. / ¿Cómo se llamaba el que
presenció la desmesura / de la primera aurora, / ésa, en la que estaremos
mañana? / Ábrara ¡ay! / Intento de decir el acto creador del universo.
Profundidad mística, alquímica incluso,
que se vale de magistrales encabalgamientos para ahondarnos en las frondas del misterio.
Los versos parecen labrados en el proceso dialéctico del tiempo, en un reino
sin pasado ni futuro. Versos en la línea indagatoria a la manera de Borges,
pero que, además, están dotados de vida. No exagero. Más adelante, al más puro
estilo de Eduardo Lizalde, Roberto López plantea el viejo tópico, pero esta vez
bajo lupa científica, más allá del clásico análisis ontológico: ¿Y si volviendo a nombrar las cosas / fundamos
de nuevo el mundo? / ¿En qué punto de la novedosa relación / habremos de
colocar a Dios / si es que va a existir otra vez entre nosotros?, / ¿en el aire
del ave?, / ¿en las válvulas y pistones del movimiento? Lo dicho, la vieja
pero cada vez más fresca pregunta.
14159265358979,
/ progresión a abril: / 3238. / Cifra exacta / sobre dígitos primitivos: / 4626433832
/ 79 / 5028841971 / 6939937510 / 5820974944 / Y en el centro G como llaga sin
perdones / y su breve-infinito espacio irracional / irresoluble… misterio…Este es el
inicio del que, probablemente, sea el más experimental de los libros del poeta
chiapaneco. Un libro que corre el riesgo sobre la cuerda floja, a tres punto
catorce dieciséis metros por encima del suelo. Matemática en su más pura
esencia. Para muestra, citemos algunos versos del magnífico poemario E=mc2: Hay un
poeta, / uno, entre los miles que le rascan /
las vísceras al cálculo. / 1 + él mismo = 1 / (salto cualitativo: 1 + él
mismo = uno). / Hubo un poeta. / Nació del arco-iris cuando la humanidad / sumaba
ya 90 crisis. (simbolismo rebuscado) /…Hubo un poeta entre tantos que le rascan
las vísceras al cálculo.
En el poema El hombre sabio, López Moreno hace evidentes las influencias más
allá de las metafísicas, cuestionando la precisión de lo que se calcula o se
comprueba: El hombre sabio
no conoce a Holderlin, /…El hombre sabio tiene compactado el tiempo, / ha
simplificado al máximo la luz para poder estudiarla. / Estudia el objeto, no el
alma del objeto. / Por eso son diabólicos sus productos si se retuercen. / No
ve más luz que la suya…/ A su arrogancia le falta conocer / el mundo que cree
que conoce. / Y escuchar, aunque sea un segundo, / la primera luz que ciego
escuchó antes de haber nacido / Si algo le hubieran dicho Tales, Heráclito,
Tito Lucrecio Caro, / si algo Homero el manco o Cervantes el ciego, / si algo
Dante o Dostoyevsky, / si algo Shakespeare. / Pero no, se encerró en su
cubículo a analizar la cosa, / y la cosa nos está haciendo explosión entre las
manos.
Contradicción pura, humana: se admira a la ciencia como a una prima y se le
condena como a un charlatán. La confusión sobre qué derrotero tomar. Para el
poeta es simple: no hay derrotero, se intuye apenas el camino, ése es su
oficio. Más adelante, en versos de hermosa manufactura y precisión demoledora,
trata alguna posible fórmula para alcanzar la belleza. Para ello cita el genio
y el temperamento de Poe: “No hay más que
la belleza / -Edgar Allan- / y ésta no tiene más / que una expresión perfecta:
/ la poesía”. / La gran ecuación sobre su mundo. / Lo que crea lo creado, / por
eso nada se crea ni se destruye, / sólo cambia de flor que se derrama luminosa
/ sobre su oscuro barro.
El bardo se interna en la creación,
introduce las botas en el limo de su apuesta para salir librado de manera
magnífica. Se vale, en su indagación, del número, las ecuaciones, en la
persecución de lo bello que no deja de ser retórico. Cito: La raíz cuadrada de la luz, / multiplicada por el segundo anterior al
primer segundo / o sea, / “el rayo de luz impulsado por su propio destino”, / interroga
al 3. y su larga cola de pavorreal / -que así se va haciendo polvo en el
infinito / -cuál sería su respuesta exacta / (si existiese) / para cerrar por
fin el círculo en donde el corazón se afana, / solitario, contra sus cuatro
paredes imposibles. / Ah, suspiros inconclusos, / nada hay exacto ni terminado,
sólo la persistente luz / desde su raíz cuadrada / multiplicada por el segundo
/ anterior…
Sobre la
numerología, el tratado es profuso aunque breve: El número no es inocente, lleva una fuerte carga / que compone y
descompone el mundo a cada instante / según la fuerza deducida / de los haberes
multiplicados por su aceleración. / Al-Jwarizmi, cerebro lleno de inteligencia,
se enciende total. / Ahora serán los modos y las formas / para que el número
hable y sentencie.
Los poemarios E=mc2 y Ábrara son piezas
únicas -gracias a sus hallazgos y a su
manufactura- en la historia de la literatura mexicana, latinoamericana; e
incluso de la historia universal si consideramos su excepcional rareza. La mirada de López Moreno recurre a la más profunda
esencia de los sufís. Sólo puede comprenderse a través de la razón, pero aunando
esa razón a las sensaciones. Se calza y se canta con los dedos. De otra manera,
lo que se mira es incompleto. Transforma tu cuerpo entero en visión,
hazte mirada, enseña el autor de
la corriente sufí, Rûmi. López Moreno lleva a la práctica esta enseñanza
directa o intuida, y la vierte en paronomasia, en magia verbal y concepto.
Poesía que habla en serio de lo serio, sin olvidar el sentido lúdico y
deslumbrante de lo que se crea. Ábrara y E=mc2 no pueden leerse sin
interjecciones continuas y casi permanentes de asombro. Es evidente que la
poética de Roberto López no ha recibido aún el debido reconocimiento –no de
instituciones y sistemas culturales-, sino de los grandes círculos de lectores.
Una cosa es segura: si uno más uno suman dos, de igual manera la valiente y
valiosa literatura del maestro López Moreno sumará miles o millones en los años
venideros. Es claro: la mejor poesía es la que genera reflexiones o canta dentro
de nuestro miocardio, o se queda como lama dulce impregnada en la piel generando
coloraciones. Y Roberto López lo consigue: llega, toca y trastoca los
sentimientos, las angustias, las alegrías de la raza humana a través de la
matemática intuición y lo inasible.
La poesía busca nuevas formas. La mecánica cuántica plantea
nuevos modelos, como los del holandés
Hooft y el norteamericano Susskind. El
físico argentino Juan Martín Maldacena descubrió un modelo que representa la
holografía del Cosmos, de una forma accesible. Desde entonces la mayor parte de
los físicos han estado estudiando en ese sentido el aspecto tridimensional del
Universo, aunque resta aún que ese modelo se aplique a situaciones generales.
No sabemos si habrá un descubrimiento inmediato o tendremos que aguardar otros cincuenta
años. Gracias a la poesía, no tenemos que esperar para hallar respuestas.
A través de los recursos literarios, y sobre todo, a través de la mirada del dentro, nos hallamos próximos no a
encontrar el dato exacto sobre el origen del Universo, pero sí próximos a
adivinarlo, disfrutando a cada paso del proceso poético y la generación de lo
metafórico como respuesta a aquello que se resuelve de manera científica. Y
quién sabe quién descubra el qué. ¿No será acaso que la poesía ha explicado
durante siglos lo que apenas ahora puede comprobarse con fórmulas y teoremas?
Lo evidente es que el Universo acerca, intercala, ordena y despedaza la
relación entre las partes. La mecánica cuántica se vuelve arte poética, y luego
desaparece. La apuesta en la obra del maestro Roberto López Moreno, al
adentrarse a temas complejos e intrincados, es un acierto que requiere de
valentía y cuya única linterna para alumbrar entre la noche de lo incierto
posee la luz de la maestría del oficio, y la humildad en el mundo vasto del
conocimiento. Los poemarios Ábrara y
E=mc2 son dos joyas de refulgente hermosura que la literatura mexicana
alcanzará apenas a intuir, en todo su esplendor, dentro de no muchos años,
haciéndole justicia a la voz que hizo posible la aparición de tales versos.
Ulises Paniagua
Casa del poeta
José Emilio Pachecho
Tlalnepantla, 11
de Abril del 2014.
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