Aquí un poema escrito a la manera de los cadáveres exquisitos, donde tengo el gusto de haber contribuido. Los autores: los integrantes del Colectivo Pena Ajena, grupo Multidiciplinario. La causa: una presentación en San Juan del Río. Disfrútenlos.
CADÁVERES EXQUISITOS DEL COLECTIVO PENA AJENA
Imagen: Luis Alanís Téllez
CADÁVERES EXQUISITOS DE PENA AJENA
I
La muerte tejía poemas
sobre el filo de su guadaña.
Dentro de los filos de la iguana
el horizonte sigue cantando
y detrás del destino trazado por un pincel
surge la luz dentro del ánima
y sin embargo las anémonas
que mascaban libélulas
se detuvieron en el acto,
cuando notaron que eran observadas,
porque, agazapado en mis murmullos,
violenta, impacta, infecta,
intacta y me destroza.
Cinco palabras arriba
vuelvo al piso de la necedad.
Suenan tambores río abajo
y suena el fuego;
es sofocado por bomberos
bien entrenados,
callan tambores río a cuestas,
corre la sangre, suena la tierra, pide defensa;
debajo de sus párpados
la desesperación cobija sus vendavales
porque Dios ha comprado algunos monos
y los ha puesto a pastar
en grandes praderas de libertad,
y sobre el cielo de su sueño:
La sombra de un Dios oscuro.
Para entonces las pústulas
de la monja lubricaban fluidos
que enamoraban a las moscas,
las cuales describían elipses
cortejando los orificios…
allí la vi… rabia pálida, bravura azul,
nostalgia encendida,
navegarte las orillas saladas,
navegar el infinito de tus garras,
azotarme en tus paredes de humedad,
azotarme con tus olas y tus rocas,
anclarme detrás de tus destellos,
naufragar entre tus largas alas.
Quiero cabalgar
sobre las violáceas ráfagas
hasta el centro del árbol.
Miguel Ábrica
Luis Alanís
Ray Manzanárez
Ivonne Mendoza
Ulises Paniagua
(31/5/14 San Juan del Río Querétaro)
II
Del periódico, pronto, una mariposa
no quiso volverse blanca, nunca más.
Nacen de los cráteres más oscuros,
de los anteojos de la langosta,
en universo poseído
por burbujas negras,
brotan de mis tobillos desvelados.
Desgarra abrupto las ciernes de mis caderas,
hínchame los poros de la miel eterna
y en tu regazo me envuelvo,
gaviota de cuatro vientos.
Me encarcelo entre tu celo de felina,
salvaje brisa fresca
que me azota hambrienta.
Como un rehilete trovador
catequizar a las ventanas gritonas,
esperando los andamios del viento,
las marsopas de lo vivo:
Café, azúcar, vacío, canto…
La guitarra se desmaya
sobre sus manos calizas,
traspasa el umbral del sueño,
despertará en otro mundo;
el tiempo lineal, el tiempo etéreo,
dulce abismo
entre lúgubres acantilados.
Nunca, por decir que sí, eres verde;
te piensas caracol,
fluyen mis manos en el jardín de tu piel,
me corrompo con tus ecos, me deshago,
fluyen mis dientes sobre tu pan sediento.
Miguel Ábrica
Luis Alanís
Ray Manzanárez
Ivonne Mendoza
Ulises Paniagua
(31/5/14 San Juan del Río Querétaro)
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