Lo inasible de la
Poesía
(ensayo)
por: Ulises Paniagua
México, 2014
Cuando alcanzamos una
flor y rozamos sus pétalos con las yemas de los dedos, ¿en verdad tocamos la
flor?, ¿en verdad se produce ese contacto? Según los avances cuánticos existe un
espacio entre la materia y la antimateria, un espacio denominado materia negra, que hace imposible un contacto
verdadero entre los cuerpos. Entre nuestras yemas y la flor existe un pequeño
abismo. El oficio del poeta es similar, pues ahonda en intenciones imposibles
cuando busca el roce con los pétalos. Es como aquella paradoja de Zenón sobre Aquiles
y la tortuga, donde a pesar de los bríos y la desesperación del héroe griego,
le está vedado alcanzar al animal, quien está un espacio más adelante, de
manera eterna.
¿Cuándo un poema retrata a la flor, realmente puede capturarse
entre los versos a la propia materia? Con esta interrogante, sucede un efecto similar
a un poema que leí hace años -cuya autoría se ha esfumado en los polvosos
archivos de mi memoria-: ¿puede el canto del mirlo ser el mirlo, puede? El
poeta es, en palabras del uruguayo Saúl Ibargoyen, un simple escriba; una
persona dedicada a transcribir la belleza, a describir el mundo incluso en sus
más fétidos horrores. Para ello, recurre a la transferencia, a un talento
específico donde sublima la naturaleza y la realidad, y con ello traduce un
lenguaje para el resto de la especie. Sucede así con los pintores: los campos
de girasoles propuestos por Vincent Van Gogh no son fieles a la realidad, ni
intentan ajustarse a reproducir cada detalle en busca de realismo. El pintor
holandés generó una visión propia, una mirada particular sobre aquello que
todos ven, encontró borrascas que nadie podría explicar –tal vez ni él podría
explicarlas- y sin embargo, su mirada es tan peculiar y honesta que asume un compromiso
universal. Dicho de otra forma, Van Gogh consiguió dotar del acto poético a su
pintura. La búsqueda de ese acto le ocasionaba incluso angustia: La poesía está por todas partes, pero
llevarla al papel es, por desgracia, más complicado que verla, confiesa Van
Gogh.
Nada más cierto. Y aquí encallamos en una de las grandes
dificultades de la literatura: definir qué es la poesía. ¿Qué es poesía?, dices mientras clavas / en mi pupila tu pupila azul. /
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? / Poesía... eres tú. Así dice la rima
XXI de Gustavo Adolfo Bécquer, entre la espesa miel del movimiento romanticista.
La rima de Bécquer es hermosa, aunque superficial, y sobre todo, ambigua. ¿Qué
es la poesía?, seguimos preguntando más de un siglo después. La respuesta va
más allá de las letras, desde luego, y se instala en un umbral entre lo creado
y lo que está por crearse; entre la razón y el sentimiento. La escritora Andrea
Cote Botero dice al respecto: Infatigable
cuestionamiento, la inquietud por definir la poesía es tan antigua como su
práctica misma. Ya en el Libro X de La República Platón inauguró con su
cuestionamiento a Homero el debate sobre la definición de poesía, su forma y
función. Aristóteles, quien continúo la discusión en su Poética, le adjudicó a
la poesía la superioridad de un saber más específico que el de la Historia.
Desde entonces ésta ha seguido tropezando con muchos otros calificativos: de lo
sublime, lo profano y lo rebelde, entre otros tantos.
Pero la poesía existe per se; está viva y se presenta a cada
jornada a los ojos de los hombres. Está y siempre estará allí. Como yo suelo
imaginarlo, la poesía es un árbol luminoso que gira alrededor de nosotros, y
del cual arrancamos o tomamos alguna naranja, de vez en vez, mientras sigue
girando al alcance de todos los artistas. Esa naranja es deliciosa y jugosa,
sin duda. Otra metáfora que he construido, para comprender a la poesía, es la de
un tigre albino que se pierde en las entrañas de la nieve. El tigre es blanco,
el fondo gélido es albo, en una idea similar a la nada al acumular lo blanco
sobre lo blanco; sin embargo, ese mínimo avistamiento en el saltar del tigre
hasta desaparecer, ese instante efímero, esa imagen casi inventada por nosotros
sobre ese tigre, eso es la poesía. No podemos asir al tigre, pero sí podemos
quedarnos con la emoción que nos ha provocado ese encuentro furtivo. Después, la complejidad radica en saber y
poder transmitir esa sensación. Para Mark Strand, el dejo poético es similar.
Dice el poeta canadiense: La poesía es
una puerta que se abre y se cierra, dejando en el asombro al que mira adentro.
La poesía es compleja, onírica incluso. El cubano José Lezama Lima comenta: La poesía es un caracol dentro de un
rectángulo de agua. Una frase que representa lo intangible de alcanzar una
definición concreta al respecto.
La palabra poesía encuentra su origen etimológico en la
palabra poiesis, término griego
que significa creación. Platón
refiere en El banquete
el término poiesis como «la causa que convierte cualquier cosa que
consideremos de no-ser a ser». Una tormenta azotando una ventana puede
convertirse en una imagen poética; el incendio de la Biblioteca de Alejandría
puede convertirse en un hecho poético, bastante triste, por cierto; la sombra
que proyecta un árbol, un halcón sobrevolando la montaña, todo es poesía; y se
fundamenta en los sentidos: lo que se mira, lo que se escucha y se respira, lo
que se toca y se gusta, que exige expresarse de alguna forma. La poesía no es exclusiva
de la palabra, aunque históricamente se le asocia a ella, por derecho. Sin
embargo, es posible encontrar poesía de la más alta belleza en películas de
directores como Luis Buñuel, Ingmar Bergman o Federico Fellini; o en piezas como
el Réquiem de Mozart, los asuntos melódicos y armónicos de Johan Sebastian Bach,
o en la propuesta contemporánea de Philip
Glass. Poesía es crear, tomar el barro de lo que existe en nuestro entorno para
convertirlo en expresión alegórica o metafórica. Es, como veremos más adelante,
volver a nombrar al mundo. Alejandro Jodorowsky, tornando más compleja esta
idea, se atreve a opinar que la poesía se produce por sí misma, y que es
posible devolverla al mundo a través de un acto poético. En el acto poético la
poesía queda expuesta en las calles, más allá de la palabra, en las acciones de
los cuerpos y los objetos. Dice Jodorowsky:
Un acto poético saca la
poesía de la palabra y la convierte en acción, es la experiencia viva de la
poesía. Por ejemplo, antes de salir a pisar la calle, perfuma las suelas de tus
zapatos.
Definir el concepto resulta tan inútil como tratar de asir
ese pez de humo que desaparece entre nuestras manos. Pero, posiblemente algunas
ideas de otros creadores pueden contribuir a formular una idea aproximada de lo
que tratamos. Robert Frost opina: Escribir
un poema es descubrir. René Char escribe: La poesía es el amor realizado del deseo que permanece como deseo. Federico
García Lorca declara que Poesía es la
unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman
algo así como un misterio. Mientras que Gorostiza compara a la creación de
un poema con el juego de las escondidas, al afirmar: La poesía no es diferente, en esencia, a un juego de "a
escondidas" en que el poeta la descubre y la denuncia, y entre ella y él,
como en amor, todo lo que existe es la alegría de este juego. Gerardo Diego
también se interna en tan oscuros laberintos: La poesía hace el relámpago y el poeta se queda con el trueno atónito
en las manos, su sonoro poema deslumbrado. Creer lo que no vimos dicen que es
la fe. Crear lo que no veremos, esto es la poesía.
Sin embargo, en el caso específico de la poesía, es la
palabra la que le da orden y nombre a las cosas. El poeta es un prestidigitador
que revela, en un instante asombroso, lo innombrable. Ese alumbramiento es del
que hablaba Heidegger, es también el alumbramiento espiritual mencionado por
Kierkegaard; una especie de iluminación súbita, un relámpago capturado por el
poeta que funciona como un pararrayos, en la fantasía metafórica del chileno Vicente
Huidobro. En el principio era el verbo,
dicta esa máxima bíblica, entendiendo el verbo como vocablo y como acción. Los
griegos también tenían un término para definir el acto en que el vacío y la
materia podían juntarse, algo en lo que se trabaja en los grandes aceleradores de
partículas, norteamericanos y europeos. Se le denomina áperiron. Y sabe a magia. El poeta, cuando nombra, cuando consigue
capturar el instante poético entre sus versos, consigue ascender al ápeiron de lo que mira, imagina, o
sueña. El poeta es quien realiza el truco, sin revelarlo ni comprenderlo
siquiera el truco. Así, Jodorovsky afirma: podemos
renovar la realidad por medio de la poesía, renombrando las cosas que nos
rodean con nuevas palabras. De esta manera las transformamos, porque los
nombres imprimen la identidad.
Esta idea se adentra en la realidad poética, realidad de una
intangibilidad similar, y aquí nos adentramos a los oscuros secretos de la
ciencia. "No hay más realidad que la realidad", dicta en el siglo
XIII el poeta sufí Ibn Rushd, mejor conocido como Averroes, el gran pensador de
Córdoba, quien en su obra refleja la geometría del universo en su simpleza. Todas
las cosas formadas por las fuerzas del Universo tienen una forma y un contenido
divinos, asegura en la más profunda perplejidad. Una afirmación debatible, por
supuesto. El ser humano siempre
ha buscado explicaciones para la perfección del cosmos: la sección áurea, por
ejemplo, plantea resolver el misterio de la belleza, descifrar una fórmula que
respira entre las posibilidades orgánicas y los objetos. Es un reconocimiento
del mundo helénico a un orden al cual pertenecemos, más allá de cualquier
miramiento religioso o místico. El
poeta español Rafael Alberti, en A la
divina proporción, aborda precisamente este asunto. Se trata de un texto
que aparece en Poemas del destierro,
y de los cuáles citamos los siguientes versos: A ti, cárcel feliz de la retina, / áurea sección, celeste cuadratura,
/ misteriosa fontana de mesura / que el universo armónico origina…A ti, mar de los sueños
angulares, flor de las cinco formas regulares, dodecaedro azul, arco sonoro…Tu
canto es una esfera transparente / A ti, divina proporción de oro.
La búsqueda de la perfección, sombra de un dios esquivo, es
evidente en la Historia. Walth Withman, en su poema Canto al cuadrado divino, intentó adentrarse en ello. En su poema,
Whitman compara a la figura con un dios. El cuadrado se considera perfecto por
el equilibrio de sus lados. Y aprovecha, de paso, para romper con la figuración
católica de una divina trinidad: Canto al
cuadrado divino, avanzo desde el Único, / desde los lados, desde lo viejo y lo
nuevo, / desde el cuadrado enteramente divino, / sólido, de cuatro lados (todos
los lados necesarios), / desde este lado soy Jehová, / soy el viejo Brahma y
soy Saturno.
El amor es también
motivo de comparación en el determinismo de los cuerpos. En su poema La
ley de gravedad, Peri Rossi escribe: Te
amo con la inmutabilidad de las leyes físicas. / La tierra atrae a los cuerpos
/ como tú me atraes hacia tu centro. / Igual que las piedras / caigo sobre ti
desde mi altura.
¿Hay entonces, en los versos de un autor la preocupación por
ascender a aquello que no puede conocerse, aquello que apenas puede nombrar? Es
un propósito sempiterno. ¿Se trata de la búsqueda de la divinidad o de un
arrebato científico? ¿Metáfora, metafísica o mecánica cuántica? Hemos citado
apenas tres ejemplos, pero es largo y variado este empoderamiento de los
modelos matemático-físicos expresados a través de imágenes y ritmo: versos
dedicados al número cero, al álgebra, a las figuras, a los volúmenes, a las
leyes de la gravedad. La respuesta es probablemente una, la desesperación del ser por alcanzar el misterio de su
origen y del origen de las cosas, y la sabia resignación al no conseguirlo. En
ello el poeta lleva ventaja sobre el científico. Einstein dijo que lo más incomprensible
acerca del Universo es que es comprensible. En oposición, el ars poética parece confirmar lo
contrario: lo más comprensible en el Universo es que es incomprensible.
Congruentes con ello, las Leyes de la entropía cuántica. Stephen Hawking reconoce
que los modelos que se plantean en la ciencia contemporánea parecen más
apuestas que certezas. Acepta que sus
modelos sobre la teoría del Bin Bang, del Origen del Universo y la expansión o
contracción del mismo, son imprecisos. No hay forma de saber, o de comprobar lo
que se sabe. Tan diminutos somos. Por ello seguimos recurriendo a metáforas.
Roberto López Moreno, poeta mexicano
autor de los poemarios E=mc2 y Ábrara, asume esta preocupación por
descubrir el origen del todo, y por ahondar en la relación de la palabra que
nombra para conseguir un nuevo origen a lo que ya existía. Él le denomina
Ábrar. ¿Qué es Ábrara? ¿Qué significa? Se trata de uno de tantos y atinados
neologismos que aparecen en la obra de este autor. La respuesta flota entre lo
eterno. Nadie más indicado para dilucidarlo que la voz poética referida: Ábrara
es la soledad en llamas / en el momento de la concepción. / El apenas instante
anterior / del instante anterior / a la mónada / corriendo el guión de su
energía proteica / hasta el salto / cualitativo hacia / lo que va a ser creado
/ y de nueva cuenta, / el apenas instante anterior / del instante anterior / a
que se abra flor la cantidad hechizada. / Oh, la magia en su principio…/ Oh, el
enigma inasible, / antechispa del portento y ya el portento. Ábrara…Intento de
decir el acto creador del universo.
¿Ha quedado claro? Si no quedó claro es
porque no existe nada firme ni estable en el Universo y sus principios. Apenas
restan las adivinaciones, los destellos.
Profundidad mística, alquímica incluso, que se vale de encabalgamientos
para ahondarnos en las frondas del misterio.
La poesía busca nuevas formas. La mecánica cuántica plantea
nuevos modelos, como los del holandés
Hooft y el norteamericano Susskind. El
físico argentino Juan Martín Maldacena descubrió un modelo que representa la
holografía del Cosmos, de una forma accesible. Desde entonces la mayor parte de
los físicos han estado estudiando en ese sentido el aspecto tridimensional del
Universo, aunque resta aún que ese modelo se aplique a situaciones generales.
No sabemos si habrá un descubrimiento inmediato o tendremos que aguardar otros cincuenta
años. Gracias a la poesía, no tenemos que esperar para hallar respuestas.
A través de los recursos literarios, y sobre todo, a través de la mirada del dentro, nos hallamos próximos no a
encontrar el dato exacto sobre el origen del Universo, pero sí próximos a
adivinarlo, disfrutando a cada paso del proceso poético y la generación de lo
metafórico como respuesta a aquello que se resuelve de manera científica. Y
quién sabe quién descubra el qué. ¿No será acaso que la poesía ha explicado
durante siglos lo que apenas ahora puede comprobarse con fórmulas y teoremas?
Lo evidente es que el Universo acerca, intercala, ordena y despedaza la
relación entre las partes. La mecánica cuántica se vuelve arte poética, y luego
desaparece. Lo inasible hace presencia en el acto poético y en el universo, en
el más profundo de los misterios.
Ulises Paniagua
San Juan del Río
23 de agosto del
2014
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