Celebremos
La subversión poética
de
Juan Carlos Castrillón
por: Ulises Paniagua
Nadie
muere virgen, la vida nos jode a todos
Kurt
Cobain
Hace
poco se estableció una paradoja en una mesa de taller literario. Se formuló una
pregunta que aún permanece en el aire en el lienzo contemporáneo, una gran
interrogante: ¿Qué es la vanguardia en la actualidad?
Cada lapso, que
puede variar entre cinco y diez años (giramos más aprisa cada vez), alguna
generación poética se ha hecho la misma pregunta. Es claro que etiquetamos para referenciar, y
es sabido que muchos escritores que fueron enmarcados en movimientos de
vanguardia apologizaron o rechazaron los calificativos con los que se les condicionó:
poetas malditos, dadaístas, surrealistas, estridentistas, beatnik, infrarrealistas: los movimientos son múltiples. Lo que sí
es característico de las vanguardias es su filia a marchar a contracorriente, el
acto de apostar en sentido inverso al que todos apuestan. André Breton, en una
frase memorable, apunta: “La belleza es convulsiva o no es nada en absoluto”.
El feísmo de Lautrémont, los coqueteos delincuentes de Burroughs y de Kerouac,
el amor enfermo pero apasionado entre Verlaine y Rimbaud, todo ello implica
destrucción, l” avant-garde. Las vanguardias derriban sistemas culturales, se
pasan la moral y las buenas costumbres por el más oscuro rincón corporal y
establecen conceptos en base a su propia rebeldía. Así es como gira el mundo, o
no gira. Pero hoy día, con tantos movimientos, con tantas propuestas, uno se
pregunta cuál es la salida auténtica en este laberinto atascado de esquizofrénicos
bien portados y alienados, entre los estridentes sonidos emergiendo de Locomotoras, gritos, arsenales,
telégrafos, donde El amor y
la vida son hoy sindicalistas, como lo declara Manuel Maples Arce en uno de
sus poemas.
Cuando se formuló aquella pregunta en la sesión del taller,
Juan Carlos Castrillón tuvo, en mi opinión, la respuesta más brillante: la vanguardia de hoy es la contracultura.
Y qué mejor representante que un libro contracultural como La subversión poética del rock. En este
libro (publicado en el 2014, por Sediento
Ediciones) el propio planteamiento es subversivo. En su forma parece
sencillo, pero en su fondo es demoledor: el autor se atreve a emparentar la
poesía de las célebres y no tan célebres estrellas de rock norteamericano con
la poesía latinoamericana de César vallejo o de Rubén Darío, con la sedición
metafórica de Federico García Lorca, e incluso con las retorcidas complejidades
de James Joyce, Anne Sexton, y de Maiacovski. El salto es arriesgado, pero
genial; y en el fondo, evidente. La transgresión es una cualidad de los grandes
pensadores, de las mujeres y de los hombres que han permitido que este mundo
timorato evolucione. Elena Garro, en sus Memorias
de España 1937, apunta que cuando pregunta a Silvestre Revueltas cómo es el
manifiesto comunista, y éste le explica en qué consiste, Garro no puede evitar
comparar las ideas establecidas en ese libro con el Discurso de la edad de oro, de Miguel de Cervantes Saavedra,
contenido en El Ingenioso Hidalgo Don
Quijote de la Mancha. La transgresión ha existido siempre. Y las
influencias clásicas son más poderosas de lo que el común de la gente podría
pensar; por ejemplo, William Burroughs colaboró de manera personal en la letra
de una de las canciones de Kurt Cobain; y es un hecho conocido que Jim Morrison
bautizó a la banda que conformó junto a Ray Manzarek, The Doors, influenciado por una frase de William Blake: Si las puertas de la percepción se
purificaran todo se le aparecería al hombre como es, infinito. Así puede
verse a la poesía trastocando al miocardio de la cultura pop.
La subversión poética del rock
es una apuesta por los nuevos poetas malditos. Se trata de un libro que
funciona a tres niveles: en un primer nivel, contiene las letras de las
canciones en su idioma original, el inglés, y su versión en español; en un
segundo nivel, incluye un pequeño estudio biográfico de cada uno de los
letristas-poetas incluidos, detallando datos ácidos, irónicos e ideológicos de
sus vidas, que confirman su paso a contrasentido por el planeta. En el tercer y
último de los niveles, los letristas-poetas seleccionados y las canciones-poema
que fueron escogidas, nos muestran un mundo infectado, en franco contagio de
deshumanización y pérdida de la compasión hacia los otros, hacia el
reconocimiento a los demás: la podredumbre que el capitalismo se ha encargado
de llevar a su más alto punto de descomposición. Como bien lo menciona Leonard
Cohen a través de una de sus canciones: I”ve
seen the future, brother: it is murder (He visto el futuro, hermano: es el
asesinato). Así el libro se convierte en un manifiesto extraído de una idea
colectiva desde los sesentas hasta hoy en día; como el propio Castrillón
menciona en el prólogo de su libro: Desde
los inicios del rock and roll, las letras de las canciones han tenido un papel
relevante. Lo que se dice y cómo se dice están intrínsecamente asociados.
En una cita contenida por esta antología, Jim Morrison declara: Nada más puede sobrevivir a un holocausto, excepto la poesía y las canciones. Así, el acto poético transmuta en libertad, se vuelve la anhelada Redemption song (Canción de redención) con la que soñó Bob Marley entre grandes y pacíficas bocanadas de marihuana, entre la verdad develada a través de la cultura y la religión rastafari. El oficio del poeta es revelar la perdición, el desencanto, a la manera de los románticos y sus muertes trágicas pero llevando sus propias vidas a la interpretación del símbolo. Los poetas-cantantes se autodestruyen; incapaces de generar violencia hacia la sociedad a causa de sus grandes y lúcidos sueños pacifistas se internan en un mar de desesperanza y desesperación que los convierte en mártires inconscientes de este mundo jodido y asqueroso: suicidios, alcohol, drogas, incomprensión, intentos de homicidio, intentos de matricidio; el mundo es una mierda y ellos, los malditos y proscritos, se encargan de hacérnoslo saber, aún a pesar de su profundo dolor. Anne Sexton escribe en uno de sus poemas: Pero los suicidas poseen un lenguaje especial / Al igual que carpinteros, quieren saber con qué herramientas / Nunca preguntan por qué construir.
En La subversión
poética del rock encontramos figuras icónicas muy reconocidas, y otras
tantas que sólo podrían ser incluidas gracias a la mirada ácida y crítica del
recopilador y traductor, y gracias también a su profundo conocimiento sobre contracultura.
Así, desfilan por las páginas nombres tan importantes como los del
norteamericano Bob Dylan (quien nos habla de Dignidad), el canadiense de culto, Leonard Cohen, quien presiente
un futuro terrible para la especie; el Rey
lagarto, que nos propone despertar de esta amarga pesadilla impersonal; Lou
Reed, quien nos conduce a través de un sucio boulevard que podría pertenecer a
cualquier barrio europeo, latinoamericano o asiático o del propio Bronx, donde
se aloja la miseria y el desencanto; Neil
Young intentará hacerte cambiar de parecer, e influirá de manera lapidatoria en
el destino de Kurt Cobain, pues a través de sus letras y sus actos, la estrella de Nirvana comprenderá que es
mejor extinguirse que irse desvaneciendo. La lista es interminable, tenemos
allí al héroe de la clase trabajadora, John Lennon, de quien se rumora fue
asesinado por cuestiones políticas encubiertas bajo la locura de un fan; ingresa
a la lista John Trudell, un hombre de sangre india, un líder piel roja cuya
lucha contra el sistema padeció en el momento en el que quemaron vivas, dentro
de su casa, a su suegra, a su esposa y a su hija, en un acto vil y salvaje;
encontramos a Bob Marley y a Sting, a Nick Cave y a Tom Waits; y a quien es
considerado en gran medida el padre del rap
y del hip hop, al experimentar por
medio de la voz y la poesía, es decir, a través del spoken world y llevando un beat básico en piezas de gran
manufactura -donde se intuye el alma afroamericana e incluso el orgullo en
defensa de los latinos que habitan en Estados Unidos-. Hablamos de Gil Scott
Heron, y de su poema-canción A poem for
José Campos Torres. Pieza fundacional del movimiento chicano-mexicano que
continuará años más tarde César Chávez en busca de la reivindicación de los
derechos de los ilegales en tierras norteamericanas, esta canción ahonda en el
tema de la injusticia por motivos raciales. La letra supura sinceridad: Había dicho que ya no iba a escribir más
poemas como éste / Me había confesado a mí mismo largamente / trazadora de vida
/ tendencia poética, esa conciencia / poemas de conciencia que gritaran de
dolor…
La antología La subversión poética del rock es una gran
experiencia, en especial por la carga mental, el contenido luminoso que cercena
las telarañas de la conciencia, que abre puertas hacia el mundo underground que se gestó a través de las
figuras de la música rock, alternativa y progresiva de los años 60”s hasta los 90”s,
donde las inquietudes contra un sistema avasallante, la consigna del amor y de
la paz y la reivindicación de los derechos humanos no se esfumaron en un sueño beat, padre de los hippies, padre de los hípster.
Por el contrario, la música se convirtió en vehículo, en pretexto e instrumento
de la rebelión de una juventud pensante, cuya violencia fue y sigue siendo una
respuesta a la asfixia social que se debe cuestionar y combatir siempre. Una
afirmación es segura: en esta antología no se encontrará músicos de plástico, porquerías
transmitidas a través del MTV de los años
recientes, chicas y galanes en un estudio repleto de dólares donde lo snob y lo ligth predominan más como una consigna gubernamental, que como una
respuesta natural de una juventud que quiere trascender a través de su
conciencia.
Esa rebeldía, que mucho
tiene de maldita para quien incomoda o le representa un puñetazo a media nariz,
es la luz entre el pozo, la alcantarilla maloliente que nos recuerda que
seguimos siendo una raza de asesinos; y por lo tanto, se vuelve conciencia de
una especie, proyección de un mejor futuro posible. El libro de Juan Carlos
Castrillón es sin duda una posibilidad de libertad en una mar de mierda contemporánea. Un libro más que
recomendable, indispensable para los poetas que en verdad sangran, respiran, y
tienen mucho qué decir acerca del mundo, para aquellos fanáticos de la música
de culto, y para cualquier joven que desee internarse en un universo alterno al
que las grandes corporaciones le han tratado de imponer. En buena hora nos
llega la subversión, atrevámonos a purificarnos a través de sus llamas. Como lo
ha dejado claro la banda The Clash a
través de la letra de Know your rights:
Yo digo, conoce tus derechos / los tres
que tienes /…Tienes derecho a no ser asesinado /…Tienes derecho a proveerte de
dinero para alimentarte /…Tienes derecho a libre expresión / Conoce tus derechos, estos son tus derechos
/ Suficiente. Bueno… / Sal a las calles / Salgamos a las calles / Corramos.
Ulises Paniagua
Centro
Cultural José Martí, 22 de julio del 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario