viernes, 29 de mayo de 2015

He de roncar en el lecho de la muerte
Ulises Paniagua


He de roncar en el lecho de la muerte
he de gozar en su regazo
para yacer plácidos o luminosos  
orquídeas espinadas  /  tigres bebiendo estrellas

He de besar con humectante oficio
cada uno de sus metatarsos
pasando  / paseando labios
sobre el anhelo de la tibia trémula
al sendero de mi lengua
y la rodilla que conduce al muslo descarnado

He de desear exhalando almizcle de fuego
en exploración tímida o curiosa
al calor de su madriguera y su profunda delicia

He de dormir en el lecho de la muerte
he de entregarme al calor de un whisky
un vino / un rudo mezcal
en una taberna habremos de enredarnos
frondas / ceibas lustrosas en capricho
hinchados de  caricias:
carne / deseo / huesos y más huesos

Habremos de bailar un réquiem acompasado
donde crujirán su cráneo y mi pecho
al vaivén de notas tatuadas aunque negras

Loa sensual: roce de mi boca y sus secas encías
lecho donde sus largos cabellos perfumados
se desprenden en monosílabos ardientes
amada muerte entregándose a la firmeza de mi cadera
y a mi espalda ensanchada en sudores

Perpetuo zarpazo / retozo de réprobos entre sábanas negras
Y cuando hayamos haya llegado a puerto
la muerte florecerá en la extensión de su orgasmo

(Hemos de ayuntarnos  en un asiento de taxi
muerte sexuada /  muerte cachonda
muerte como libertad entre los cerros)

Se hará la luz sobre el silencio:
agrio dolor de amantes imposibles
hemos de coger en el lecho blandecido del espacio y del tiempo
silentes / en el profuso mar de los letargos

He de dormir en el lecho de la muerte
Hemos de disfrutar  al destello de dos filos
y una luna con su péndulo
a la sombra de mi hondo y desesperado canto
al acecho de su ajustado liguero y sus dados cargados bajo almohada:
y habremos de desaparecer
entre el halo y el gozo que nos brinda la ríspida espesura

de su suave esqueleto.


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